Reseña | Un duque sin honor | Olivia Ardey | Romántica histórica

Tenía muchas, muchas ganas, de que Olivia Ardey nos deleitara con otra novela histórica. Si bien sus novelas contemporáneas son muy buenas, mi gusto por la histórica me supera, y Olivia es una autora que me ha enamorado con cada una de ellas, desde el más lejano  oeste (Dama de tréboles), a la Nueva York de los años veinte (Delicias y secretos en Manhattan, Una chica con estilo), aunque no sé si esta última época entra dentro de la histórica…

Me puse muy contenta cuando leí que iba a publicar una novela de regencia… así que, en cuanto se publicó, aunque no está en Kindle Unlimited (muy mal, Zafiro, muy mal), la compré y me la leí.

1’89 € NO INCLUIDO EN KINDLE UNLIMITED

Todo Londres sabe que Damien Murray es un libertino con una existencia indigna de un lord. Pero su padre ha muerto y, durante la lectura del testamento, el flamante duque de Kedwell recibe dos desagradables noticias: que existe un heredero desconocido y que debe cumplir  ciertas cláusulas testamentarias si quiere recibir su parte del legado.

La encargada de velar porque tal disposición se cumpla es lady Oriana Williams, madre del pequeño rival que le ha arrebatado la mitad de su herencia. Damien acepta con desagrado la compañía de Oriana en un viaje con cuatro destinos. Muy a su pesar, no puede evitar sentirse atraído por esa dama indomable de aspecto sereno, con la lengua rápida y demasiado joven para lucir ropas de viuda.

A lady Williams aún le duele el desprecio de la familia de su difunto marido, más por su hijo que por sí misma. Pronto descubre que ese lord de sonrisa maliciosa no es el sinvergüenza que aparenta, sino un hombre que ha sufrido y creció sin conocer el afecto. Damien le despierta sentimientos que creía dormidos y no sospecha que ella guarda un terrible secreto que puede unirlos más allá del deseo o separarlos para siempre.

Sobre la autora:

Soy una lectora apasionada que, un día, me armé de bolígrafo, libreta y teclado; y decidí vivir los libros también desde el otro lado. Me gusta jugar con las palabras y poner en las manos de los lectores, historias con final feliz. De esas que nos hacen soñar, viajar con la imaginación, reír, llorar, pasar un rato estupendo y nos dejan una sonrisa satisfecha.
Pasa y vive conmigo esta aventura, mi casa es tu casa.

Olivia Ardey nació en Alemania, pero al poco tiempo su familia se trasladó a Valencia, donde reside con su marido y sus dos hijos. Ha crecido, vive y trabaja entre libros. Adora viajar, pasear por las calles de cualquier ciudad y veranear rodeada de rascacielos. Además de cuentos y relatos publicados en diversas antologías, es autora de ocho novelas con las que ha consolidado un merecido hueco en el género romántico gracias a su sólida prosa y sus inéditas tramas.

Puedes visitar su blog: http://oliviaardey.blogspot.com.es

Opinión:

Me encanta la portada, no porque sea algo de otro mundo, sino por su sencillez, y por el simple gesto de las manos de él, formando ese corazón con sus dedos. Me enamoró a primera vista.

Sobre el argumento poco más se puede decir que no se pueda leer en la sinopsis, excepto que dentro nos espera alguna que otra sorpresa (aunque si tienes un poco de intuición, puedes sospecharlo… y no diré nada más).

Es una novela corta, y se nota, no solo porque pude leerla en una tarde, sino porque a los personajes les falta un poco de profundidad, como si a la autora le hubiesen faltado páginas para poder desarrollarlos con más complejidad.

Damien Murray es un poco hosco al principio, pero enseguida se muestra encantador con Oriana. Y Oriana pasa, de mirarlo con ojos suspicaces, a caer en sus brazos y convertirse en su amante sin que haya habido una transición lógica. A mí me pilló por sorpresa ese momento, porque no había visto indicios de que tomara una decisión tan drástica tan pronto. Hay que recordar la época en la que transcurre la historia, y la situación de ella. Me dio la impresión como si todo lo anterior no hubiese sido más que un prólogo un poco largo, y tuve una sensación de decepción porque esperaba que ella se resistiera más (claro que eso solo es una impresión personal, nada más).

A partir de ahí la historia me enganchó completamente, porque sí pude leer a la Olivia Ardey a la que estoy acostumbrada, y los personajes fueron evolucionando al compás de la narración, con su prosa fluida y ágil que siempre logra encandilarme.

De todas formas, hay un par de errores que me chirriaron. Puede que suene a toca pelotas, pero son detalles que, aunque otras lectoras pasen por alto, yo no.

Por un lado está el tratamiento que se le da a un duque, y es de «excelencia», nunca de «milord». Por otro, está el tema principal y que hace que los engranajes empiecen a moverse: la herencia. Hoy en día no sé si todavía funciona así, pero en aquella época, cuando alguien heredaba un título, este venía acompañado de las tierras y mansiones que estaban vinculadas a este. Es decir, Darren hereda el título y todo lo vinculado a él. Esto no puede cambiarlo el duque fallecido en su testamento. Sí puede disponer libremente de todo lo demás, lo que no está vinculado al título, como el dinero que tenga en el banco, o las tierras o mansiones que haya comprado, adquirido o heredado por otro lado. Pero Olivia da a entender varias veces que es toda la herencia (excepto el título) lo que está en juego.

Pequeños detalles que me han agriado un poco la lectura, porque soy así de tonta, o porque siempre me paso de lista, no lo sé.

Por lo demás, la novela me ha gustado mucho, casi la he devorado, y ha sido un autentico placer volver a leer a esta autora, por lo que le doy tres corazones.